La práctica constante de las artes marciales, cualquiera que esta sea, sirve como elemento de integración social por sus valores de disciplina, compañerismo, honestidad, amistad, tenacidad, etc.
Esa integración promueve un contexto social de desarrollo entre el conglomerado familiar que se hace participe de las enseñanzas marciales por medio de profesores calificados, entrenamientos, seminarios, torneos y la difusión de sus principios esenciales.
Al no existir edad ni sexo, religión o preferencias sociales para la practica de las artes marciales esto permite una interrrelación de diferentes niveles de la población en un sentido amplio.
Como norma general estos deportes son de practica y competición personal lo que da a los alumnos una preparación para una sociedad de carácter individual como la actual.
Las enseñanzas de las artes marciales son parte del ser humano para el resto de la vida y su legado se mantiene aun en la edad en la que se nos dificulta la practica física.
Son las Artes Marciales una forma y filosofía de vida, de amistad y respeto mutuo, como lo externo el Gran Maestro Jigoro Kano, miembro del Comité Olímpico Internacional, japones y fundador del judo en 1882.
En aquellas personas con limitaciones físicas, neurológicas, visuales, en fin, las artes marciales son sumamente efectivas en la superación o alivio de esas dolencias según los reportes de diferentes programas.
En conclusión las Artes Marciales como deporte y sus enseñanzas promueven ampliamente el desarrollo y la paz.