El 12 de octubre de 1990 la noticia de un accidente automovilístico azotó a la comunidad deportiva de Comodoro Rivadavia así como también a la de Caleta Olivia y a la del Judo de todo el país.
Marcos Emilio Garnica y Elena Hebe Muñoz nacieron en Comodoro Rivadavia en 1955, con 20 días de diferencia. Amigos desde la adolescencia y compañeros de Judo, a los 18 años de edad se casaron en la Capilla María Auxiliadora.
Marcos comenzó a trabajar como electricista en el Liceo Militar y luego pasó a dictar clases de Judo contratado por la Municipalidad de Comodoro Rivadavia y, también, por la de Caleta Olivia. Se dedicó con gran ahínco a la enseñanza de este deporte. Cuando tenían 20 años de edad nacía su hija Gabriela Paola, y un año después Gilda Elizabeth Garnica. Esto generó que Hebe –su esposa- ya no pudiera dedicarse a practicar el deporte pero siempre asistió a su esposo en la organización de competencias como oficial de mesa y como colaboradora en todo lo que estuviera al alcance, logrando conformar un equipo de trabajo admirable. Gabriela y Gilda desde muy pequeñas también se sumaron a disfrutar del Judo y, con el pasar de los años, comenzaron a competir a nivel local, interprovincial y nacional.
Ya en el año 1981 Marcos logró aprobar el examen nacional a cinturón negro 1er. Dan y en 1985 el de 2do. Dan. Un grado que en la época era muy importante a nivel patagónico. Para poder entenderlo, situándonos en Neuquén -en ese mismo momento- sólo uno de los profesores activos en la provincia de Neuquén tenía ese nivel: Juan Horacio Chandía. Dicha persona, actualmente es octavo dan. De estar Marcos con vida, quizás lo siguiera equiparando. Y lo creemos así porque nuestro yudoca chubutense asistía a todas las capacitaciones tanto de Judo como de Educación Física donde le fuera posible estar. Cuando se creó el Profesorado de Educación Física en su ciudad natal, organizó varios talleres de Judo para los aspirantes de esa carrera, a fin de ampliar su cosmovisión deportiva, colaborando con su capacitación.
Dictaba clases de judo en el Gimnasio Municipal de Caleta Olivia, en la Escuela Primaria N°155 y en el Gimnasio Municipal N°1 de Comodoro Rivadavia, cuando viajó en su auto particular (un Peugeot 504) con su esposa, su suegra y sus tres hijas a la ciudad de Viedma para participar, ese fin de semana, en el “Campeonato Nacional de Judo 1990”. Para esta ocasión, su hija Gilda tendría la oportunidad de defender el título de campeona que había obtenido en la edición de 1989 en la ciudad de Paraná, provincia de Entre Ríos. Pero no pudo ser… Resulta que cruzando las vías del ferrocarril de San Antonio Oeste, al auto se le rompió la caja de dirección y comenzó a zigzaguear, y se fue de frente contra un camión: todos fallecieron menos las tres niñas menores: Gabriela, Gilda y Glenis (de 15, 14 y 3 años de edad respectivamente) a quienes el mismo camionero salvó antes de que se incendiara el auto.
Tres días después falleció Gabriela en el “Hospital Alvear” de Comodoro Rivadavia.
No sólo fue un luto agudo en las dos ciudades donde Marcos trabajaba sino también en la comunidad nacional del judo. Esto se observó en todas las competencias que se organizaron a lo largo y a lo ancho del país en los siguientes meses, donde se adoptó un minuto de silencio para recordar a la familia Garnica Muñoz y a toda su trayectoria.
A 30 años exactos de aquella gran tragedia, podemos contarles que Gilda se recuperó y con el tiempo volvió a la actividad enseñando Judo en el Gimnasio Municipal N°1 en la misma sala donde dictaba clases su padre. A nivel competitivo logró la medalla de oro en el Campeonato Nacional Universitario en el año 2000 y la de plata en los Juegos ODESUR representando a la Argentina. Se graduó de Profesora de Educación Física donde su padre ofreció talleres didácticos para los estudiantes y hasta se recibió de Guardavidas, hace poco más de un año, para cuidar a sus vecinos en riesgo en las playas de su ciudad. Cosa que en más de una oportunidad hizo su papá, sin tener el título cuando el servicio de Guardavidas aún no existía. Y como frutilla en el postre, sus hijas también transitaron la senda del Judo, como tercera generación de los Garnica Muñoz. Su hija mayor, Fiorella, ya graduada de psicóloga en la Universidad de Buenos Aires, logró grandes méritos a nivel nacional e internacional, obteniendo el oro a nivel Panamericano y el bronce en la Copa del Mundo de Judo, compitiendo en países de América, Europa y Asia. Pero, sin duda, la principal lucha de Gilda fue su superación al recuperarse de tan dura caída, a la que fue sometida como un gran desafío del destino. Ejemplos que nos demuestran que cuando una persona quiere vivir y recuperarse de la peor situación, lo puede lograr.
Pablo Saúl Cosentino (6° dan de Judo UPJ)
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